jueves, 17 de septiembre de 2009

Perversidad 1945 (Scarlet Street)

Es una de las grandes películas del cine negro, Perversidad está basada en la novela La Chienne de Georges de La Fouchardière que previamente había sido llevada al teatro por André Mouëzy-eon y al cine, en la película de Jean Renoir, La golfa, en 1931. En un principio, Perversidad, debería haber sido dirigida por Lubitsch, pero éste rechazo el proyecto, y entonces se hizo cargo Fritz Lang, que se apoya en el mismo trío de actores que protagonizaron su exitosa anterior película, La mujer del cuadro, Edward G. Robinson que está perfecto, como casi siempre, en el hombre sobre el que recae toda la perversidad de Joan Bennett que interpreta el papel de femme fatale y de su novio, el actor Dan Duryea. Perversidad es el titulo en español y sirve como una gran descripción de lo que nos espera en la película, en la que Edward G. Robinson hace el papel de Christopher Cross, un empleado de banca que lleva veinticinco años de servicio, pero tristemente casado con su esposa, una mujer cruel, que es capaz de tener un retrato de su primer marido en el salón de su propia casa. Cross sólo tiene una manera de evadirse de la tiranía de su mujer, y es la pintura, disfruta pintado. Un día Cross ayuda a Kitty (Joan Bennett) después de un ataque de su novio, él se enamora rápidamente de ella, y ella lo cree un pintor rico por los comentarios sobre su pintura, entonces a Johnny, el novio, se le ocurre que ella siga manteniendo una buena relación con él, haciéndole creer que está enamorada, para robarle así todo el dinero que puedan. Finalmente alquilan un apartamento que les servirá tanto de estudio de pintura para Cross, como para estar en teoría junto a Kitty, pero es al revés, le sirve a Kitty para estar a solas con su novio. La pareja empiezan a vender cuadros sin que Cross se entere, y empiezan a gustar a un conocido crítico de arte. Cuando Cross se decide a proponerle a Kitty que se case con él, ella se burla, con una de las frases mas famosas de esta película: “!Quería reírme en tu cara desde el momento en que te conocí, eres viejo, feo y me pones enferma!” Tras ésto, y una serie de acontecimientos que no voy a desvelar, Cross acaba pobre, y sin forma de reclamar sus propios cuadros, y sobre todo obsesionado con Kitty y Johnny.

Perversidad es una obra imprescindible para cualquier seguidor de Fritz Lang o para cualquier aficionado a este género, que en este caso se caracteriza por la perfecta mujer fatal y la ausencia de detectives, típico personaje del cine negro, pero que en perversidad no hace falta.





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